negra como su insondable abismo,
agradezco a los dioses que existan
por mi alma inconquistable.
Caído en las garras de la circunstancia
no he pestañeado ni llorado,
bajo los golpes que me echó la suerte
mi cabeza ensangrentada sigue erguida.
Más allá de este lugar de lágrimas e ira
yacen los horrores de la sombra,
pero la amenaza de los años
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.
No importa cuan estrecha sea la puerta,
cuan cargada de castigo la sentencia,
soy el amo de mi destino;
soy el capitán de mi alma.
yacen los horrores de la sombra,
pero la amenaza de los años
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.
No importa cuan estrecha sea la puerta,
cuan cargada de castigo la sentencia,
soy el amo de mi destino;
soy el capitán de mi alma.
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