Bailando contigo se me rompieron los huesos, sentí el dolor más grande, perdí como nunca había perdido, le hice ceremonias a cadáveres, perdí la inocencia, me enseñaste mi letra: "si no sabe vivir en este mundo se irá al otro".
Tu transfigurado en el Dios de las epidemias nos volvimos a encontrar. Pero esta vez no fue fortuito, no fue un encuentro azaroso, me buscabas y te busqué, me encontraste y te encontré. Cruce el mar, recorrí el aire, todo a favor, este encuentro contaba con todas las fuerzas de la naturaleza.
La noche se vino encima y con ella el mundo de los muertos, de la fuerza contraria a la vida, el perfume dio paso a los olores, el calor al frío, la luz a la oscuridad, la respiración al último aliento.
Nuevamente muerte-nacimiento, nuevamente el ciclo, nuevamente un acuerdo entre dioses, nuevamente un pacto sellado con sangre.
Me cruzaste, piel carne huesos nada te detuvo, este quien soy, este centro interior que responde con un nombre sólo pudo mirar.
Me limpiaste y lavaste mis heridas al llevarte el orgullo, la vergüenza, las ganas de mirar, las ganas de saber, que estupidez esta sabiduría. Todos llevamos un pordiosero dentro que tratamos de esconder, con muletas psicológicas, con dinero, con estatus, con la ilusión de las marcas, que horror causa la pobreza, la enfermedad y la muerte.
Nuevamente muerte-nacimiento, nuevamente el ciclo, nuevamente un acuerdo entre dioses, nuevamente un pacto sellado con sangre.
Me cruzaste, piel carne huesos nada te detuvo, este quien soy, este centro interior que responde con un nombre sólo pudo mirar.
Me limpiaste y lavaste mis heridas al llevarte el orgullo, la vergüenza, las ganas de mirar, las ganas de saber, que estupidez esta sabiduría. Todos llevamos un pordiosero dentro que tratamos de esconder, con muletas psicológicas, con dinero, con estatus, con la ilusión de las marcas, que horror causa la pobreza, la enfermedad y la muerte.
Con un pie aquí y el otro allá, con un ojo abierto y otro cerrado despierto, veo el paso del tiempo, veo envejecer las cosas, siento esta fragilidad frente al misterio, veo como te deboras todo, veo mis huesos blancos hundidos en la tierra.
Salgo de la oscuridad y sólo quiero escuchar la risa de mis hijos, sentir las manos de la Any, el cariño de mis papas, el agua fresca en mi cara, respirar profundo, sentir esta vida frágil, corta, siento en mi todo el amor del mundo, el calor, la alegría, esta existencia es un útero de miel y sol que me hace feliz día a día por la oportunidad.
Aturdido, encandilado vuelvo al mundo... al sur del mundo.
Mi tesoro más grande se convirtió en piedras, tierra, huesos, arpillera.
Agradezco las manos humanas que elegí para éste camino. Y agradezco la constelación de espíritus que responden cada vez que los invoco.
El baile ya no termina, el recuerdo permanente de tu presencia mira a través de mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario