El Babalosha, la Iyalosha y el Babalawo de Osha-Ifá debieran distinguirse de otros ciudadanos por la sabiduría de sus palabras, las cuales siempre han de reflejar lo que han aprendido a través del estudio de los “Caminos” de los Oshas y los Orishas, los patakíes del sistema oracular, las Reglas para Santeros y a través de las charlas con los más viejos y experimentados sacerdotes que son los reservorios vivientes de la sabiduría ancestral que nos guía.
Sólo practicando esta conducta, ganaremos en prestigio ante la sociedad en que vivimos. Nadie es respetado automáticamente. El respeto se gana con la conducta en la vida.
Ser sacerdote de Osha-Ifá es, ante todo, un compromiso de buena conducta y respeto por los demás que aún no han alcanzado el estadío que el sacerdote ya tiene, respeto también por otros sacerdotes, personalidades de cualquier rama de las ciencias, el arte y la cultura, los políticos honestos y los militares que defiendan la patria que los vio nacer. Ser sacerdote de Osha-Ifá implica sentir satisfacción al ser útil a los demás; es estar dispuesto a hacer todo lo humano y religiosamente posible por salvar a otro ser humano, aunque no profese nuestra religión.
Duele ver que además de algunos jóvenes, hay también sacerdotes experimentados que se han dejado corromper de diversas formas y contribuyen a dar una mala imagen de nuestra religión, cayendo en actos indignos para un religioso e incluso, ilegales. Múltiples serían los ejemplos descriptivos. También hay sacerdotes avariciosos que eliminan ceremonias sencillas pero importantes, para ganarse unos centavos del derecho o que lo imponen de una manera exagerada.
El mundo nos observa y nos evalúa para bien o para mal, ahora somos más y más visibles. También Oloddumare nos ve y nos sanciona por nuestros actos en el plano terrenal de la existencia humana.
Sin embargo, no todo está perdido. Como Mayores, debemos esforzarnos más por hacer prevalecer todo lo mejor de nuestra religión. Debemos exigir respeto y obediencia a los incumplidores y violadores de nuestras tradiciones. Con ello, no estamos haciendo un llamado a ultranza de los valores que funcionaron en otra época.
Deseamos, eso sí, que haya cordura y respeto. Nada más queremos hacer lo que nos ha dado grandeza y respeto; aquello que nos ha granjeado las simpatías y la aceptación de muchos en los confines del mundo.
Cada cabeza de “rama” o familia de Osha-Ifá tiene que continuar siendo exigente con los hermanos que se comportan de forma indigna, debemos enseñarles la manera correcta de actuar y continuar predicando con una buena actitud y ser para ellos un ejemplo a seguir.
Ernesto Valdés Jane Adé Yerí
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